domingo, 23 de marzo de 2014

La Educación está en Terapia Intensiva

Ya casi un mes sin clases. Que el Gobierno tiene la culpa; que los docentes no quieren trabajar. Hum… que difícil situación le toca llevar a la sociedad argentina.
Acá en nuestra tierra unos docentes en contra de otros, se pelean como solíamos ver antes entre los hinchas de Boca y de River. La diferencia es que ellos eran hinchas que no enseñaban a nadie, por el contrario, ellos eran el ejemplo de lo que no había que hacer. En cambio estos “¿educadores?”, se pelean, insultan, quieren golpear a otros por pensar distinto, por tener una posición diferente. ¡Qué tristeza!, como decía una vieja canción, “Ay, país, país, país…”, pero hay más. 
Aquellos quienes fueron agredidos, días después hacen un acto de repudio a la violencia, ¿Cómo?, cortando una calle de la ciudad y quemando gomas en la vía pública, ojo, vía pública, no de los docentes o del que quiere quemar gomas. Vía pública. 
¿Qué nos pasa? Repudiamos la violencia generando actos de violencia, porque cortar una calle es hecho violento para el que quiere transitarla libremente; quemar gomas es otro hecho violento para los vecinos y comerciantes que se encuentran en esa zona.
Si ellos que son los que representan a los docentes gremialmente, actúan así… que queda para los demás. 
Ahora, la gran pregunta: ¿Como hace ese docente el día que vuelva a las aulas y se pare ante los estudiantes y les quiera habla de paz; de respeto a la autoridad; de comunión con sus pares, ¿con que potestad lo hace? ¿Quién lo banca? Como dicen ahora… Su vida, su actuar, su proceder… deja mucho que desear.
Es cierto también que quienes tienen la decisión del otro lado, las autoridades tanto del gobierno provincial, nacional, de educación, no tienen a sus hijos en la escuela pública, claro como los va a mandar allí si saben que no van a aprender, que no van a tener el hábito de estudiar diariamente, que no van a tener continuidad educativa. Lo triste es que en ellos, solo en ellos, está la facultad de decisión para que la educación pública sea excelente. La verdad que la palabra que cabe es… incoherencia. 
No solo esto está mal, los planes de estudios están obsoletos, caducos, perimidos. 
Lo bueno de esto sería que en vez de estar en terapia intensiva, muera de una vez, y así una vez muerto este sistema educativo, pudiera nacer un retoño, nuevo, ágil, entendiendo los tiempos que vivimos, por una Argentina libre de analfabetismo, pero en serio, que nuestros jóvenes vayan a educarse porque quieren ser mejores personas, más cultas, con conocimiento, porque aspiran a algo mejor y no porque por hacer esa tarea reciban un subsidio.
La educación de un tiempo a esta parte ha recibido parches, arreglos, encima de muy mala calidad.
Hoy nuestros jóvenes gozan de tantas, pero de tantas oportunidades para aprobar las materias y lo peor de todo es que no las aprovechan.
¿Saben porque?, porque está comprobado que cuando más se le facilita las cosas al ser humano, menos tiende a esforzarse, pero cuando más difícil se pone la cosa, entonces la persona busca con desesperación alcanzar esos objetivos y para ello activa partes de su psiquis dormida y aletargada. Esto último lamentablemente no sucede en nuestra provincia; ergo: estos jóvenes con esfuerzo cero como hábito de vida y sistemas de inteligencia vírgenes, en poco tiempo van a querer conquistar los mercados laborales o proseguir sus estudios en universidades en donde como primera materia, aunque no está en la currícula, hay una materia invisible que se denomina esfuerzo. 
Evidentemente el resultado será un fracaso. Ellos no tienen la culpa. Donde radica, vive y se desarrolla este tumor facilitador de cosas hoy, y que complica los hechos de mañana está enraizado en los adultos quienes tienen la facultad y la obligación moral de establecer reglas de juego claras.
Es válido decir que en estos últimos diez años, desde el estado nacional se han tomado medidas importantes como subir al 6% del PBI para educación, algo histórico, para nuestro país como así también a aquellos estudiantes y docentes, que asisten a escuelas públicas, desde el Estado se les hizo entrega de herramientas tecnológicas, como las netbook`s, pero ni una medida ni la otra, han tendido a mejor la calidad educativa, por el contrario. El informe mundial PISA donde se mide la calidad educativa de los estados, establece a la Argentina en el puesto 59 entre 65 países. Por encima de nuestro nación está Chile, México, Uruguay, Costa Rica, Brasil. Nosotros estamos por encima de Colombia y Perú. El 52% de los adolescentes argentinos no comprenden lo que leen y sólo el 44% termina el secundario en tiempo y forma. 
En la Argentina hay 6.123.581 (15%) de los cuales el 56% no terminará sus estudios o sea 3.429.205. 
La cosa está mal, muy mal, todos los actores de este sistema son afectados y algunos tienen mayor responsabilidad que otros.
La educación es como los buenos vinos, se ve la calidad y se saborea con el tiempo. Algo hemos hecho muy mal en estos últimos veinte años para que nuestra Argentina, que fue la cabeza del animal educativo por excelencia durante siglos en América Latina, hoy sea parte de la cola de  ese mismo animal.
Hay esperanza, cuando algo muere, puede y debe nacer algo nuevo. Creemos en eso. En el Horizonte, allí donde el Cielo se une con la Tierra, se está levantando el sol de justicia en la educación que con sus rayos penetrará estos sistemas caóticos y obsoletos, para dar paso a una nueva generación que soñara día a día con superarse, con que le levanten la vara más alto, para calificar con excelencia. Nosotros lo creemos.
Que así sea.
Fundación Alas de Águila
Por una Juventud con Valores