domingo, 4 de noviembre de 2012

El Super Clásico

Dentro del descontrol que se vivió el domingo pasado en ocasión del partido de River y Boca en el estadio Monumental, una bocanada de aire fresco.

Después del segundo gol de River, tres guardias de seguridad privada contratada por el club local fueron golpeados por la hinchada de Boca. Dos lograron escapar, pero uno no pudo y fue pateado y golpeado hasta casi perder el conocimiento. Allí se metió Víctor Oberlander, este héroe del Siglo XXI, sin capa, sin antifaz, a cara descubierta, para cubrir a este hombre de seguridad que estaba tirado en el piso, nocaut. Le extendió la mano (un gesto que vale más que mil palabras) lo levantó, lo abrazo y se lo llevo. Nadie de todos los que en ese momento lo estaban agrediendo, se metió. Se quedaron callados y nadie hizo nada. Primó la cordura y éste seguridad, de nombre Gustavo Centurión se salvó. 

Víctor le salvó la vida. Alguien se puso en el medio, se estableció en la brecha y se la jugó por otro par. Cuando el periodista Gustavo Lopez, le preguntó porque lo hizo, la respuesta de Víctor fue “hice lo que me hubiera gustado que hicieran por mí”. Está todo dicho, no?

Jóvenes que se comprometen por el otro, por su par, por alguien desconocido. Cuando la muerte comienza a rondar el lugar y su aroma putrefacto se hacía presente, Víctor, extendió su mano para dar una mano. No le importó en ese momento que dijeran o hicieran los otros que como jauría de lobos atacaban a un ser humano como ellos, desarmado que trataba de huir del escándalo. Víctor se metió y le salvó la vida. Le salvó la vida. Quizá nunca más lo vuelva a ver, ni sus caminos se crucen, quizá el destino tenga marcada las vidas de Víctor y Gustavo como líneas paralelas, que NUNCA más se cruzarán, pero cuando se cruzaron, Víctor hizo lo que tenía que hacer.

A pesar de todo lo malo, que vivimos, a pesar que parece que una nube negra comienza a cubrir con su oscuridad, nuestra sociedad, hay luces, pequeñas quizá pero luces al fin y al cabo, que hacen la diferencia. Lo que hizo Víctor no tiene precio, pero si tiene valor, un valor que es incalculable. 

Estamos seguros que no solo salvó la vida de Gustavo, sino también la de las generaciones que están envasadas en Gustavo. En síntesis, preguntate, ¿cuántas vidas salvó Víctor?

Vamos Argentina, no todo está perdido. Gracias Víctor por exponer tu vida a favor de otro. Ahí hay un mensaje, lo tomemos para marcar la historia. Que así sea. 

Fundación Alas de Águila