domingo, 15 de junio de 2014

¡Argentina, Argentina!

Llegó el Mundial 2014. Según la prensa a Brasil, le quedó grande organizarlo, pero ya está este jueves comenzó con un acto inaugural monstruoso como dicen ellos “O mais grande”.

El mundo del fútbol y también los otros estarán pendientes de lo que pasa en Curitiba, en Río, Porto Alegre, Manaos.

Este evento es el que más gente convoca, el que más televidentes capta en el mundo, aún mayor que las Olimpiadas.

Eso sí esta es la primera vez que este mundial ha dividido las opiniones en la población organizadora. Esperamos que no pase a mayores.

Acá en la Argentina, como hace años, desde el Ministerio de Educación, dirán: “es una muy buena oportunidad para compartir acerca de países en muchos casos desconocidos, por lo tanto la curricula de Ciencias Sociales, será la vedette de este tiempo para culturizar a los educandos”. Como decía Diego Pérez en un programa cómico “¡Andá…!”

La verdad es que para los alumnos de la secundaria es una aventura poder ver el partido en la escuela, acompañado de sus compañeros, cosa que no sucede a menudo y sobretodo porque todos tienen el mismo objetivo… ver ganar a Argentina.
Si se gana, las calles se teñirán de celeste y blanco, camisetas, gorros, banderas, etc., hasta mascotas vestidas con la casaca argentina (¡que antiguo!, ¿no?), serán testigos de una alegría particular.

Los mundiales son esos momentos en que ese sentimiento nos hace querer más al vecino que vemos día a día, andar sonrientes por la vida, donde muchos colectiveros tratan mejor a sus clientes, donde muchas mujeres se interesan por un deporte al que normalmente no les llama la atención.

Cuando el partido se juega, el país se para. El médico no quiere operar y el enfermo no quiere ser operado. Los negocios cierran media hora antes y está bien, porque nadie irá a comprar. Si en el momento del partido alguien anduviera por la calle, quien lo viera, creería de él que es sordo, turista extranjero, o alguien que tiene otras cosas por las que preocuparse.

Eso es el mundial, lamentablemente otros se sumergen en el alcohol, en las adicciones, lo que trae como consecuencia accidentes, heridos, muertes.

Un párrafo aparte para Maravilla Martinez, el boxeador argentino que perdió el título el fin de semana pasado. Este gigante, fue vapuleado por ese boxeador de apellido de supermercado; este gigante perdió el título mundial; este gigante cayo cuatro veces al suelo -tres en el mismo round-; este gigante que decía que los verdaderos boxeadores peleaban con la guardia baja, solo bajo la guardia cuando sonaba la campana y terminaba el round; a este gigante carilindo, la pelea le dibujo en su rostro una triste y grotesca caricatura; este gigante que días antes había dicho en la revista Veintitres… “si me cruzo con DIOS…, le parto la cara”; se quedó con la cara partida después de la pelea; a este gigante que se llama Sergio “Maravilla” Martinez, bien podríamos llamarlo Goliat. El de apellido de super le destruyó, no solo la cara y el cuerpo, sino también su orgullo y su arrogancia. Cotto, el rival y nuevo campeón, tenía tatuado en su brazo derecho la imagen de Jesús. Desde esa imagen, Jesús parecía decir: “¿a quién le vas a partir la cara…?”, tan igual a David y Goliat… Cualquier semejanza con la realidad es pura Diosidad. Esperamos que haya aprendido la lección.

El deporte es la pasión de los argentinos, sobretodo el fútbol. Parece que necesitamos de esos triunfos para estar mejor, que lástima que no nos demos cuenta que los verdaderos triunfos, son los que nosotros por nosotros mismos conseguimos día a día, peleando contra los antivalores. Que esta semana que comienza sea una semana de éxitos en este campo, y que seamos los Messi y Agüero, contra este sistema que día a día trata de ahogarnos, pero con actitud, obtendremos la victoria.

Que así sea.

Fundación Alas de Águila